Luxemburgo
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Empápese de historia y admire la arquitectura de la capital luxemburguesa
Luxemburgo recibe menos visitantes que otras ciudades europeas más grandes, pero quienes se desvíen del camino marcado entenderán por qué este cautivador destino fue la primera capital europea de la cultura en 1995, honor que ostentó de nuevo 12 años después.
Perfecto para descubrir a pie, el centro medieval Ville Haute es una antigua e imponente fortaleza que se alza en un acantilado sobre la ciudad. Póngase un calzado cómodo y explore los rincones de visita obligada, como el laberíntico sistema de defensa subterráneo de Casemates du Bock, el Palacio Gran Ducal del siglo XVI o la magnífica catedral de Notre-Dame, obra maestra de la arquitectura gótica tardía y renacentista. No se olvide del Chemin de la Corniche, una pasarela sobre las murallas del siglo XVII con impresionantes vistas del valle.
En la confluencia de los ríos Alzette y Pétrusse, Luxemburgo cuenta con numerosos puentes. Entre los más pintorescos se encuentra el Adolphe, un arco de dos pisos que conecta Ville Haute con el barrio de Gare. El Grund es una zona encantadora que descubrir en Ville Basse, es como visitar un pequeño pueblo Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Imagínese una arquitectura en tonos pastel como sacada de un cuento de hadas a lo largo de las serenas orillas del Alzette y con una abundante vegetación. Las vistas de los monumentos de Ville Haute son un telón de fondo espectacular mientras pasea por las estrechas callejuelas.
La ciudad rebosa de oportunidades culturales. Descubra excepcionales obras contemporáneas en el Museo de Arte Moderno Grand-Duc Jean (Mudam) o una distinguida colección de obras maestras de los siglos XVIII y XIX en la mansión neoclásica Villa Vauban. En el Gran Teatro podrá disfrutar desde óperas hasta musicales, y la extraordinaria Filarmónica es un paraíso para melómanos de lo clásico. Si visita la ciudad en verano, diríjase a Neimënster, una antigua abadía benedictina donde se organizan conciertos y festivales al aire libre.
Si prefiere la cultura gastronómica, en Luxemburgo no le faltará donde elegir: estrellas Michelin, acogedores restaurantes locales y un sinfín de carnicerías, pastelerías y chocolaterías artesanales inspiradas en sus vecinos franceses y alemanes. Los espumosos Crémant de Luxembourg por su parte hacen las delicias de los enófilos. Una visita imprescindible son los viñedos que bordean el río Mosela y una excursión de un día al castillo de Vianden, icono nacional y uno de los 21 castillos más bellos del mundo, según la CNN.